1990 fue el año en el que encarcelaron a
Ike Turner por posesión ilegal de drogas. Estuvo entre barrotes cuatro años. También Madonna fue arrestada ese año por escándalo público simulando una masturbación en Toronto. Ese mismo año,
Milli Vanilli admitían que abusaban del play-back en multitud de ocasiones.
Saint Etienne,
Dee-Lite,
Leftfield,
M-People,
Disphosable Heroes Of Hiphoprisy o
The Prodigy echan a andar, entre dudas algunos, con mucho éxito otros, durante los doce meses que van de enero a diciembre del año noventa.
Pussy Galore,
Spandau Ballet y
Shalamar hacen el viaje en el sentido contrario.
Depeche Mode asombran al mundo con
Violator, consiguiendo su único número uno en las listas españolas hasta la fecha. También hablamos de 1990.
The Good Son,
Glider,
Behavior,
99%,
Bossanova: todos pertenecen también a ese año.
Sinead O'Connor arrasa la FM mundial con una composición de
Prince. Asistimos asombrados a la batalla entre Pepsi y Coca-Cola, también la llamada batalla de los raperos malos: uno trabajó su hit sobre una base de una canción de
Queen, el otro lo hizo sobre otra de
Rick James. Las originales estaban muy bien. Las de
Hammer e
Ice eran malas como la tiña y fueron lanzadas al mercado durante ese burbujeante año.
En mil novecientos noventa
Carl Craig estaba empezando a labrarse un nombre. El de Detroit parió un maxi inolvidable ese bendito año. El lazo tendido entre Chicago y Detroit publicado en el subsello de Transmat, Fragile y que le proyectó hacia metas más altas es uno de los hitos de ese jodido año. Si tienes 550 euros, este promo es
tuyo. Si te riges por parámetros menos inescrutables, tienes
alternativas decentes.
1990 fue un buen año, demonios.
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